Testimonio De Vida De Un Amigo


En el año 1969, el que les habla, tenía tan solo 19 años cuando conoció a este gran hombre y Pastor de nuestra querida Iglesia. En ese momento, yo participaba de la llamada juventud de la Acción Católica, más concretamente del "Movimiento Rural". Vengo de una familia humilde de agricultores del Este Mendocino y tenía una fe muy simple y tradicional. Al único Obispo que conocía era a Monseñor Maresma (Arzobispo de Mendoza). Cada vez que lo visitábamos con los compañeros del equipo, debíamos pedir audiencia, besarle el anillo y la relación nos resultaba un tanto distante. Traigo ese recuerdo solo a los fines de contarles mi visión de lo que significaba hasta ese momento para mi un Obispo. Mons. Maresma fue un gran hombre y tuvo mucho que ver con nuestra liberación de la cárcel unos días previos al genocida golpe militar de 1976 (Laicos Rafael, Sifre-Carlos DiMarco y Vicario P. Esteban Inestal).Yo había llamado al Obispo Angelelli para plantearle la necesidad de contar con su apoyo para instalar la "Sede Regional del Movimiento Rural" en su diócesis. Me dijo: "Vos te venís, decíme que día llegás y hablamos aquí sobre el terreno". A la semana, llego al Obispado, eran las 7 de la mañana y golpeo la puerta principal. Me atiende una persona alta y fornida, al presentarme digo que vengo a ver al Obispo Angelelli. Me hace pasar y me pregunta: ¿a qué hora llegaste? ¿tomaste algo? Me preparó un café con leche y seguimos charlando como una hora. Muy agradable de trato. Yo como lo vi sin sotana, con un ponchillo, pensé que era algún empleado. Al rato, como no aparecía nadie con pinta de Obispo, le pregunte: ¿el Obispo duerme hasta tarde? ¿cuándo va a venir? Se sonrió con cara de pícaro y me contesto: "Yo soy el Obispo". Esta primera entrevista, cambió mi idea tan formal que tenía de un Obispo y su trato cálido y servicial, me ganó más que la sorpresa, el corazón, lo cual tengo guardado hasta hoy.