Biografía


Córdoba, 18 de julio de 1923 – La Rioja, 4 de agosto de 1976. Su nombre completo era Enrique Ángel Angelelli Carletti, fue un obispo católico argentino. Fue Padre conciliar en el Concilio Vaticano II, durante el cual apoyó públicamente las posiciones renovadoras. Fue designado obispo de la diócesis de La Rioja (Dioecesis Rioiensis) el 3 de julio de 1968 la diócesis incrementó significativamente el número de sus sacerdotes y de parroquias durante su ministerio episcopal, fue Caracterizado por su fuerte compromiso social, formó parte del grupo de obispos que enfrentó a la dictadura militar iniciada en la Argentina en 1976, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional. De su muerte, acaecida en ese mismo año y presentada por las autoridades militares como accidente automovilístico, existen sospechas de que se trató de un asesinato encubierto. El 4 de agosto de 2006, al cumplirse 30 años de su muerte, el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, cardenal Jorge Bergoglio, señaló en una homilía en la catedral de La Rioja que monseñor Enrique Angelelli «recibía pedradas por predicar el Evangelio y derramó su sangre por ello.

Enrique Angelelli, nacido en la ciudad de Córdoba, fue el primer hijo de Juan Angelelli y Celina Carletti, italianos inmigrantes. Entró al Seminario de Ntra. Sra. de Loreto a los 15 años de edad. En 1947 fue enviado a terminar sus estudios en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano de Roma. Fue ordenado presbístero allí, el 9 de octubre de 1949, a los 26 años, y continuó sus estudios de licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana.

De regreso a Córdoba, en 1951, fue nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia San José de barrio Alto Alberdi y capellán del Hospital Clínicas. Visitó las villas miseria de Córdoba y asumió como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC), con sede en la Capilla Cristo Obrero. Fue profesor de Derecho Canónico y Doctrina Social de la Iglesia en el Seminario Mayor y profesor de Teología en el Instituto Lumen Christi.

El Papa Juan XXIII lo nombró Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba el 12 de diciembre de 1960, siendo consagrado el 12 de marzo de 1961. Fue rector del Seminario Mayor y como obispo auxiliar se involucró en los conflictos laborales gremiales (Fiat, IME, Municipales), y trabajó con otros sacerdotes para reconquistar un lugar para la Iglesia, causando que fuese resistido por el conservadurismo eclesial. En 1963 convocó a campañas de solidaridad para mitigar el hambre y el abandono de los desposeídos.

Fue Padre Conciliar: participó de la primera sesión del Concilio Vaticano Segundo (octubre de 1962), de la tercera (1964) y de la cuarta (1965). En 1964, en el marco de los cambios conciliares, se produjeron tensiones en la Iglesia cordobesa a raíz de la publicación de reportajes periodísticos a los sacerdotes Vaudagna, Gaido, Dellaferrera y Viscovich. Angelelli apoyó públicamente las posiciones renovadoras, lo que originó su exclusión del gobierno eclesiástico, pasando a desempeñarse como capellán de las religiosas Adoratrices Españolas en Villa Eucarística.

En 1965, el titular de la arquidiócesis Mons. Raúl Primatesta restituyó como auxiliar a Mons. Angelelli.

1968. Designado por Pablo VI, el 24 de agosto asumió el obispado de La Rioja, el mismo día que se iniciaban las deliberaciones en Medellín del episcopado latinoamericano. El nuevo obispo quiso ser "un riojano más" y desde el inicio visitó instituciones, comunidades, barrios y poblados riojanos.

En setiembre los sacerdotes fueron convocados a las jornadas pastorales, de las que surgió el Documento del Carmen, con las orientaciones para toda la diócesis. También los movimientos laicales fueron invitados a renovarse y sumarse como corresponsables de esta acción.

En 1969 la misa radial, que se celebraba desde la Catedral, asumió el carácter de dioccesana, celebrada por el Obispo. En mayo de ese año se realizó la Semana Diocesana de Pastoral. Allí se redactó un documento que profundizaba el análisis de la realidad provincial y el compromiso por la liberación del hombre y la mujer riojanos. Desde esta opción la pastoral de Angelelli se caracterizó por estar junto a los trabajadores en sus reclamos y con los campesinos impulsando su organización cooperativa. Asumió un rol profético denunciando la usura, la droga, las casas de juego y el manejo de la prostitución, en manos de los poderosos de la sociedad riojana. Visitó los barrios alentando a los vecinos a organizarse para solucionar la falta de viviendas y organizar cooperativas de consumo. Recorrió toda la provincia llegando a los pueblos más remotos y olvidados. Reclamó al gobierno nacional el presupuesto para la provincia y condenó la arbitrariedad de los gobernantes. Alentó la organización de las empleadas domésticas. E instó a todos a comprometerse en la acción política para el servicio y bienestar del pueblo.


Estas acciones de compromiso con los pobres enseguida provocó reacciones en su contra. Los grupos católicos conservadores, cuyas instituciones habían sido puestas por el Obispo en estado de asambleas, se resistieron a los cambios iniciando campañas de calumnias y difamaciones. Al llegar la Navidad de 1970 Mons. Angelelli nuevamente realizó un gesto profético: dejó de celebrar la misa de nochebuena en la catedral, para celebrarla en los años sucesivos en los barrios y poblados riojanos más pobres.

Al clausurar la tradicional fiesta del Tinkunaco, en 1971, Angelelli reafirmó la misión de la iglesia riojana y denunció las compañas en su contra, que se intensificaron ese año hasta culminar con la prohibición de la misa radial celebrada por el obispo. Las movilizaciones y protestas en la provincia, que alcanzaron repercusión nacional en los medios de prensa, contrastó con el silencio de la Conferencia Episcopal.

Entre 1971 y 1972 se concretó la instalación y el desarrollo del Movimiento Rural Diocesano. Una de sus acciones fue crear la CODETRAL ( Cooperativa de Trabajo Amingueña Limitada), en la zona de la Costa, impulsando la expropiación del latifundio de Azzalini. La cooperativa permitiría obtener mejores precios para los productos regionales y trabajar solidariamente las tierras improductivas. En agosto un nuevo hecho enfrentó a Angelelli y su presbiterio con el gobierno de facto, cuando la policía detuvo a dos sacerdotes y un laico.

En 1973, con las elecciones generales, renacieron las esperanzas populares. A la iglesia riojana se le restituyó la misa radial. Pero, en el marco de las movilizaciones por la expropiación del latifundio de Azzalini, se produjo el 13 de junio en Anillaco, organizado por los terratenientes del lugar, el apedreo y la expulsión del obispo, sacerdotes y religiosas que habían concurrido a las fiestas patronales de San Antonio. En respuesta, el Obispo sancionó canónicamente a los promotores, que intentaban disfrazar el conflicto, acusando de "comunista" a la iglesia riojana.

1974. En el país se vivía un recrudecimiento de la crisis social y política con violentos asesinatos, atentados y ataques a los dirigentes y organizaciones populares. En Setiembre Mons. Angelelli viajó a Roma en visita "ad limina". Estando en Europa le sugirieron que no regresara porque su nombre figuraba en la lista de amenazados por los parapoliciales de Las tres A (Alianza Anticomunista Argentina).

Angelelli retornó a su diócesis y planteó los ejes de trabajo para 1975: caminar con y desde el pueblo, seguir actuando el Concilio y continuar la promoción integral de los riojanos. La diócesis se movilizó con la visita misionera de San Nicolás, patrono de La Rioja, por los pueblos del interior. La misión se realizó con gran entusiasmo, sintetizando en cada lugar los deseos de justicia, fraternidad y paz para la sociedad riojana.


La corta presidencia de Isabel Martínez de Perón (1974-1976) estuvo marcada por el inicio de la guerra sucia, que pronto derivó en ataques con bombas, secuestros, torturas, asesinatos, y persecuciones.

El 12 de febrero de 1976, el vicario de la diócesis de La Rioja y dos miembros de un movimiento de activistas sociales fueron detenidos por los militares. El 24 de marzo tuvo lugar el golpe de Estado que derrocó a Isabel Perón y a todos los gobernadores del país, incluyendo Carlos Menem de La Rioja. Angelleli peticionó al coronel del ejército Osvaldo Pérez Battaglia, nuevo interventor de La Rioja, para obtener información sobre el vicario y el paradero de los activistas. Al no obtener respuesta, viajó a Córdoba para hablar con Luciano Benjamín Menéndez, por entonces comandante del Tercer Cuerpo de ejército. Menéndez advirtió amenazante a Angelelli: "Es usted quien tiene que tener cuidado."


Existen indicios de que Angelelli sabía que estaba en la mira de los militares. Personas cercanas a él lo habían escuchado muchas veces decir: "Es mi turno." El 4 de agosto de 1976, conducía una camioneta junto con el padre Arturo Pinto, de regreso de una misa celebrada en la ciudad de Chamical en homenaje a dos sacerdotes asesinados, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, con tres carpetas con notas sobre los dos casos.

Según el Padre Pinto, un automóvil comenzó a seguirlos, y luego otro. Y en el paraje denominado Punta de los Llanos habrían encerrado a la camioneta hasta hacerla volcar. Después de permanecer inconsciente durante un tiempo, Pinto vio a Angelelli muerto en la carretera, con la parte de atrás de su cuello mostrando lesiones graves, "como si lo hubieran golpeado".

La zona fue rápidamente rodeada por la policía y personal militar. Se envió una ambulancia y el cuerpo de Angelelli fue trasladado a la ciudad de La Rioja. La autopsia reveló varias costillas rotas y una fractura en forma de estrella en el hueso occipital, en consonancia con un golpe dado con un objeto contundente. Los frenos de la camioneta y el volante estaban intactos, y no había marcas de proyectiles.

El informe policial indicó que Pinto era quien había conducido el vehículo, que tuvo una pérdida momentánea del control, y al intentar volver a la carretera reventó un neumático. Según esta versión, Angelelli habría perdido la vida como consecuencia de los sucesivos vuelcos del camión. El juez Rodolfo Vigo aceptó el informe. Pocos días después, el fiscal Martha Guzmán Loza recomendó cerrar el caso, que calificó de "accidente de tránsito".

Otros obispos (Jaime de Nevares, Jorge Novak y Miguel Hesayne) señalaron al caso como un «asesinato», incluso durante la dictadura, pero el resto de la Iglesia guardó silencio.

El 19 de junio de 1986, ya bajo el régimen democrático, el juez de La Rioja Aldo Morales sentenció que había sido "un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima". Cuando algunos militares resultaron involucrados en la acusación, las fuerzas armadas trataron de bloquear la investigación, pero el juez rechazó sus reclamos. El caso pasó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, que a su vez lo derivó a la Cámara Federal de Córdoba. El tribunal de Córdoba dijo que era posible que las órdenes provinieran del Comandante del Tercer Cuerpo de ejército, Luciano Benjamín Menéndez.

En abril de 1990, la Ley de Punto Final puso fin a la investigación en contra de los tres militares acusados ​​de la muerte (José Carlos González, Luis Manzanelli y Ricardo Román Oscar Otero). Sin embargo esta ley fue derogada en 2005 junto con la Ley de Obediencia Debida, y en agosto de ese año el caso fue abierto nuevamente. La Corte Suprema dividió el caso en dos partes: la acusación contra los militares fue enviada a los tribunales de Córdoba, y la posible participación de civiles en el asesinato fue remitida a La Rioja. El ex comandante Menéndez fue llamado por el tribunal de La Rioja el 16 de mayo de 2006, pero decidió no declarar nada.

Hechos más significantes en su vida


  • 1938: A los 15 años de edad entró al Seminario de Ntra. Sra. de Loreto
  • 1947: Fue enviado a terminar sus estudios en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano de Roma
  • 1949: Fue ordenado presbístero, y continuó sus estudios de licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana.
  • 1951: Fue nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia San José de barrio Alto Alberdi y capellán del Hospital Clínicas. Asumió como asesor de la Juventud Obrera Católica y fue profesor de Derecho Canónico y Doctrina Social de la Iglesia en el Seminario Mayor y profesor de Teología en el Instituto Lumen Christi.
  • 1960/1961: El Papa Juan XXIII lo nombró Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba el 12 de diciembre de dicho año, siendo consagrado el 12 de marzo del siguiente año.
  • 1963: convocó a campañas de solidaridad para mitigar el hambre y el abandono de los desposeídos.
  • 1964: apoyó públicamente las posiciones renovadoras, lo que originó su exclusión del gobierno eclesiástico, pasando a desempeñarse como capellán de las religiosas Adoratrices Españolas en Villa Eucarística.
  • 1965: el titular de la arquidiócesis Mons. Raúl Primatesta lo restituyó como auxiliar.
  • 1970: dejó de celebrar la misa de nochebuena en la catedral, para celebrarla en los años sucesivos en los barrios y poblados riojanos más pobres.
  • 1971/1972: se concretó la instalación y el desarrollo del Movimiento Rural Diocesano. Se creó la CODETRAL, impulsando la expropiación del latifundio de Azzalini. En agosto un nuevo hecho enfrentó a Angelelli y su presbiterio con el gobierno de facto, cuando la policía detuvo a dos sacerdotes y un laico.
  • 1974: En Setiembre, viajó a Roma en visita "ad limina". Estando en Europa le sugirieron que no regresara porque su nombre figuraba en la lista de amenazados por los parapoliciales de Las tres A (Alianza Anticomunista Argentina).
  • 1976: El 4 de agosto, Enrique conducía una camioneta junto con el padre Arturo Pinto. Según él, un automóvil comenzó a seguirlos, y luego otro. Y en el paraje denominado Punta de los Llanos habrían encerrado a la camioneta hasta hacerla volcar. Después de permanecer inconsciente durante un tiempo, Pinto vio a Angelelli muerto en la carretera, con la parte de atrás de su cuello mostrando lesiones graves, "como si lo hubieran golpeado".
  • Causas de su muerte


    Existen indicios de que Angelelli sabía que estaba en la mira de los militares. Personas cercanas a él lo habían escuchado muchas veces decir: "Es mi turno." El 4 de agosto de 1976, conducía una camioneta junto con el padre Arturo Pinto, de regreso de una misa celebrada en la ciudad de Chamical en homenaje a dos sacerdotes asesinados, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, con tres carpetas con notas sobre los dos casos.

    Según el Padre Pinto, un automóvil comenzó a seguirlos, y luego otro. Y en el paraje denominado Punta de los Llanos habrían encerrado a la camioneta hasta hacerla volcar. Después de permanecer inconsciente durante un tiempo, Pinto vio a Angelelli muerto en la carretera, con la parte de atrás de su cuello mostrando lesiones graves, "como si lo hubieran golpeado".

    La zona fue rápidamente rodeada por la policía y personal militar. Se envió una ambulancia y el cuerpo de Angelelli fue trasladado a la ciudad de La Rioja. La autopsia reveló varias costillas rotas y una fractura en forma de estrella en el hueso occipital, en consonancia con un golpe dado con un objeto contundente. Los frenos de la camioneta y el volante estaban intactos, y no había marcas de proyectiles.

    El informe policial indicó que Pinto era quien había conducido el vehículo, que tuvo una pérdida momentánea del control, y al intentar volver a la carretera reventó un neumático. Según esta versión, Angelelli habría perdido la vida como consecuencia de los sucesivos vuelcos del camión. El juez Rodolfo Vigo aceptó el informe. Pocos días después, el fiscal Martha Guzmán Loza recomendó cerrar el caso, que calificó de "accidente de tránsito".

    Otros obispos (Jaime de Nevares, Jorge Novak y Miguel Hesayne) señalaron al caso como un «asesinato», incluso durante la dictadura, pero el resto de la Iglesia guardó silencio.

    El 19 de junio de 1986, ya bajo el régimen democrático, el juez de La Rioja Aldo Morales sentenció que había sido "un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima". Cuando algunos militares resultaron involucrados en la acusación, las fuerzas armadas trataron de bloquear la investigación, pero el juez rechazó sus reclamos. El caso pasó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, que a su vez lo derivó a la Cámara Federal de Córdoba. El tribunal de Córdoba dijo que era posible que las órdenes provinieran del Comandante del Tercer Cuerpo de ejército, Luciano Benjamín Menéndez.

    En abril de 1990, la Ley de Punto Final puso fin a la investigación en contra de los tres militares acusados ​​de la muerte (José Carlos González, Luis Manzanelli y Ricardo Román Oscar Otero). Sin embargo esta ley fue derogada en 2005 junto con la Ley de Obediencia Debida, y en agosto de ese año el caso fue abierto nuevamente. La Corte Suprema dividió el caso en dos partes: la acusación contra los militares fue enviada a los tribunales de Córdoba, y la posible participación de civiles en el asesinato fue remitida a La Rioja. El ex comandante Menéndez fue llamado por el tribunal de La Rioja el 16 de mayo de 2006, pero decidió no declarar nada.

    Homenaje a Monseñor Angelelli

    Palabras de la Presidenta De La Nación Argentina:

    Creo que es un día muy especial hoy, porque venimos a conmemorar la memoria de un hombre, de un sacerdote como monseñor Angelelli, y lo hacemos de la mejor manera que podemos recordarlo, dándoles a los niños, a nuestros educandos la posibilidad de profundizar esa educación y a través de esa educación salir de la pobreza y poder ser ciudadanos iguales en todas partes de la República Argentina.Creo que la gran lucha de monseñor Angelelli era la lucha por la igualdad, que es el derecho a que todos puedan gozar de los bienes que deben ser garantizados a todos los ciudadanos, los de la educación, los de la salud, los de la vivienda, los del trabajo, los derechos de la ancianidad a través de la jubilación.

    Cada 4 de agosto podemos recordar y celebrar el martirio de Monseñor Angelelli ocurrido en 1976 de manera especial, en el año 2001 y 2006 se cruzaron algunas carta, homilias y artículos en los periódicos.



    martes, 4 de agosto de 2009

    Estudian inicio del proceso de canonización de Enrique Angelelli


    Al cumplirse un nuevo aniversario del fallecimiento de monseñor Enrique Angelelli, el actual Obispo de la Diócesis riojana, Roberto Rodríguez, en diálogo exclusivo con EL INDEPENDIENTE emitió un mensaje donde subraya aspectos de la labor y el servicio pastoral de quien fuera conocido como “el Obispo de los pobres”.

    También se refirió a la seriedad con que se llevó a cabo la última necropsia y anunció el inicio del proceso de canonización de Angelelli. Rodríguez presidirá hoy a las 20 la tradicional Misa en la iglesia Catedral.

    “A lo largo del tiempo y en algunos casos, la figura de Angelelli ha sido objeto de defensa de muchas ideologías pero tomando sólo algunos aspectos de su vida”, aseguró Rodríguez, “entonces yo exhorto a que veamos, estudiando todo el material que hay y que es mucho, la verdadera imagen del pastor, recuperar esa imagen total de Angelelli, que incluso en los momentos más confrontativos él adoptó una actitud exhortativa, es decir exhorta una comprensión de la labor de la Iglesia, exhorta una comprensión de la tarea apostólica que se está realizando”.

    “Su reflexión siempre va a la verdadera realidad de la Iglesia como presencia en el mundo, esa es una realidad que vivimos en todo momento cuando se toma a la Iglesia bajo un aspecto exterior cuando en verdad es una realidad compleja. Hay una presencia pero hay una realidad que impulsa ese aspecto, entonces se subrayan demasiado los errores de la Iglesia pero no se va a la tarea total de la misma. Nosotros tenemos que nuevamente apropiarnos de monseñor Angelelli, que no aparezca como de una Iglesia distinta, eso queremos subrayar. Queremos retomar o señalar todo ese aspecto del servicio episcopal de Angelelli como obispo de La Rioja”.

    SERIEDAD EN LA NECROPSIA

    En referencia al avance de la causa judicial por la muerte de Enrique Angelelli y que incluyó la realización de una nueva necropsia, Rodríguez relató: “Yo estuve en la necropsia realizada recientemente, ha sido muy seria de parte de los peritos que vinieron de Buenos Aires como los que pusimos como peritos de Parte y que incluyó la participación de Mario Bignolo que es el actual presidente de la Asociación Argentina de Peritos. La causa sigue adelante pero lo que permitió este estudio, ya con elementos más modernos que entonces, fue establecer que su muerte ha sido el producto de una caída sobre una superficie plana, o sea sobre el asfalto, que surge del estudio del cráneo, se detectan las fracturas que la antigua autopsia había establecido. Después todo su esqueleto está perfecto, eso es lo que se determina científicamente, esos datos van a la causa que sigue adelante, lo que se determina es que la muerte es producto de un accidente, no hay balas, no hay golpes pero el gran interrogante que perdura es si ese accidente fue casual o provocado, eso todavía está en un campo gris”.

    PROCESO DE CANONIZACIóN

    Para finalizar, monseñor Rodríguez anunció que está en etapa de estudio el inicio del proceso de canonización de Enrique Angelelli mientras manifestó que “independientemente de que haya sido asesinato o no, la figura de Angelelli en esos momentos históricos, en la situación vital como se llama, había una verdadera persecución y una serie de elementos, igual que los asesinatos de los padres Gabriel y Carlos y del laico Wenceslao, que determinan o hacían ver que había una persecución muy clara teniente a eliminar a las personas que podían ser molestas”.

    “Hay que subrayar también que monseñor Angelelli en los momentos más difíciles o más tensos nunca llegó a confrontar sino que siempre ha tenido una actitud exhortativa para que se comprendiera la labor de la Iglesia en esos tiempos. Si bien queda en un terreno gris el tema de que fue accidente provocado o casual de todos modos eso no empaña la figura del obispo de aquel entonces.
    Es un deseo no sólo del Obispo sino del pueblo iniciar el estudio para posteriormente presentar ante la Santa Sede. Estamos esperando que termine el proceso civil/penal que pertenece a los tribunales federales y así tendríamos elementos como para definir el inicio, pero es algo que lleva mucho tiempo, necesario para una evaluación serena”.

    Cabe recordar que según las instancias de dicho proceso es necesario presentar las denominadas virtudes heroicas ante la Santa Sede que analiza el material para comenzar a trabajar en firme. Luego se lo declara Ciervo de Dios y se inicia una investigación a través de escritos, relatos, etc. y se designa un postulador de la causa ante la Santa Sede que es quien se encarga de trabajar en contacto con la congregación para la causa de los santos.

    "HAY QUE SEGUIR INVESTIGANDO"

    Punta de los Llanos (Enviados Especiales).-- La sobrina de monseñor Angelelli, María Elena Coseano Angelelli, vino de Córdoba a participar de la celebración que desde hace 33 años se lleva a cabo en el paraje Punta de los Llanos para recordar el mensaje de su tío y reclamar justicia.

    A 33 años de la muerte de su tío, Coseano Angelelli aseguró ante EL INDEPENDIENTE que "hay que seguir investigando y aportando testimonios los que saben y estuvieron al lado de él, de lo que pasó en esa época".

    La mujer recordó que la última necropsia que se hizo al cadáver de Angelelli hace un par de meses, ella la pidió en 1988. "Sabíamos que no era gran cosa lo que íbamos a encontrar pero constató la pericia lo que yo declaré". Precisó que en ese momento ante el juez Aldo Morales declaró que su tío tenía la "cabeza destrozada y la nuca molida a golpes".

    Según Coseano Angelelli le llamó la atención que en la primera autopsia en 1976 a Angelelli le faltaba la piel de sus talones.

    Recordó que cuando Angelelli fue velado no podían acercarse al cajón a tocarlo y cuando con su abuela se acercaron y lograron tocarle las manos se dan con que ahí también le falta piel. "Sigo teniendo esperanza de que escuchemos lo que dijo Pinto y el fallo del juez Morales de que mi tío fue asesinado", añadió.

    Para la sobrina, la muerte de su tío debe situarse en el contexto que vivía el país y las presiones que se vivían en La Rioja y Angelelli era perseguido y recibía amenazas.

    "Vamos a mirar con esperanza; creo en una justicia divina y para no perder la Iglesia que tanto necesita justicia y verdad debe seguir adelante con esto", sostuvo.

    En cuanto a la actitud de las comunidades que mantienen vivo el mensaje de Angelelli, la sobrina dijo que fue un reflejo de lo que se vivía en aquellas épocas y la misma gente fue quien salió a decir que a Angelelli lo mataron.

    Diario El Independiente, La Rioja, 4 de agosto de 2009

    Testimonio De Vida De Un Amigo


    En el año 1969, el que les habla, tenía tan solo 19 años cuando conoció a este gran hombre y Pastor de nuestra querida Iglesia. En ese momento, yo participaba de la llamada juventud de la Acción Católica, más concretamente del "Movimiento Rural". Vengo de una familia humilde de agricultores del Este Mendocino y tenía una fe muy simple y tradicional. Al único Obispo que conocía era a Monseñor Maresma (Arzobispo de Mendoza). Cada vez que lo visitábamos con los compañeros del equipo, debíamos pedir audiencia, besarle el anillo y la relación nos resultaba un tanto distante. Traigo ese recuerdo solo a los fines de contarles mi visión de lo que significaba hasta ese momento para mi un Obispo. Mons. Maresma fue un gran hombre y tuvo mucho que ver con nuestra liberación de la cárcel unos días previos al genocida golpe militar de 1976 (Laicos Rafael, Sifre-Carlos DiMarco y Vicario P. Esteban Inestal).Yo había llamado al Obispo Angelelli para plantearle la necesidad de contar con su apoyo para instalar la "Sede Regional del Movimiento Rural" en su diócesis. Me dijo: "Vos te venís, decíme que día llegás y hablamos aquí sobre el terreno". A la semana, llego al Obispado, eran las 7 de la mañana y golpeo la puerta principal. Me atiende una persona alta y fornida, al presentarme digo que vengo a ver al Obispo Angelelli. Me hace pasar y me pregunta: ¿a qué hora llegaste? ¿tomaste algo? Me preparó un café con leche y seguimos charlando como una hora. Muy agradable de trato. Yo como lo vi sin sotana, con un ponchillo, pensé que era algún empleado. Al rato, como no aparecía nadie con pinta de Obispo, le pregunte: ¿el Obispo duerme hasta tarde? ¿cuándo va a venir? Se sonrió con cara de pícaro y me contesto: "Yo soy el Obispo". Esta primera entrevista, cambió mi idea tan formal que tenía de un Obispo y su trato cálido y servicial, me ganó más que la sorpresa, el corazón, lo cual tengo guardado hasta hoy.